jueves, 24 de junio de 2010

SUM: 1989




Ser y no ser, fui y ya no soy.


Ya no me reconozco en el que soy, en el que fui o en el que dejé de ser.
El cuerpo envejece, la cáscara se seca y se arruga.
El tiempo no pasa en vano.
Lo que permanece siempre son las ideas, la argumentación posible, el predominio de la razón sobre el plano físico, sobre la materia, sobre la piedra que muta, se hace arena y es eterna como el mundo de las ideas.

El ímpetu, la energía, decrece (no lo dudes).


Toda armadura se acerca al abismo.

Sólo la voluntad permanece sobre el físico.
Sólo el “querer” se impondrá sobre el “poder”.
Y al final del balance siempre habrá una foto en la que extrañarás la inocencia de los pájaros, el llanto deliberado de un tiempo en el que se dio batalla cuando tenías 17 años y pedías a gritos que el infierno no devorará la capacidad de indignarse.


Hoy todavía puedo escribir esto sin que me tiemble la mano.

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3 comentarios:

Rosario Francisca dijo...

Hermoso poema, señor Ibarra, sobre todo aquellas líneas:

"Y al final del balance siempre habrá una foto en la que extrañarás la inocencia de los pájaros, el llanto deliberado de un tiempo en el que se dio batalla cuando tenías 17 años y pedías a gritos que el infierno no devorará la capacidad de indignarse."

Condicen estas líneas finales con la foto de usted hace veinte años, qué joven se le ve, qué decidido y qué soñador como todo joven con ideales en el país de los muertos vivientes.

Sólo una interrogante quizá indiscreta, ¿en qué momento decidió por el look rastafari?

R.V.G.

Julia Estevez dijo...

Qué buen poema, deberían publicar más textos así.

Anónimo dijo...

MÁS POEMAS, CARAJO!