miércoles, 17 de agosto de 2011

"LA RAZÓN ARDIENTE", POR RÓGER SANTIVÁÑEZ





(Texto leído en la presentación de Berlin de Victoria Guerrero)

Me interesa explorar la condición de extranjera en Victoria Guerrero Peirano y su más reciente creación Berlin. Si nos atenemos a la dedicatoria y al epígrafe –signos que pueden servir para empezar este viaje iniciático por la poesía guerrera- vivir es en realidad un subvivir –ser un subterráneo casi- con Lira y el recurso al intertexto vallejiano en el ofrecimiento del libro al padre, podemos tener un cuadro esquemático de ciertas variables a las que nos irá introduciendo la poética de Victoria, y de combate en cierto modo.

La riqueza de la herencia de vanguardia manejada por nuestra poeta nos coloca ante un cartel que informa estamos abandonando la zona capitalista de Berlín. Desde este instante ya sabemos que un interés central de esta poesía será la cuestión político-social. En este contexto es un tema importante la separación de los amantes y/o el conflicto de la pareja. Entonces se lee con resonancia carmenolleana: “Yo solo corre tras heladeros o restaurants de menu barato / a través de las cuales sobrevive la incursión diaria de ser:/ gorda / pequeña / imberbe / velluda / transparente / / raquítica / potona / ojerosa..” Rimbaud y Edgar Poe, Apollinaire aparecen como sombras tutelares en este poema titulado Testimonio de parte (victorialand) que finalmente puede ser visto como una especie de oración desde una conciencia poética y política..Sus guiños pop o literarios, no son ecos, sino escencias nuevas trabajadas en su propio lenguaje experimentando.

Entremos a ‘La división de los aliados’, donde encontraremos –entre otras imágenes- un lindo retrato urbano referido al Hymarket –suponemos bostoniano, zona que habitó la poeta en los Estados Unidos- el Mercado Central con su inglés “como una música tartamuda” y el “trágico ulular de ambulancias inútiles” , y en medio de dicho tráfago industrial postmoderno escuchamos lo que podríamos llamar el grito del humano diciendo: “ Qué espero de todas estas lecturas / sino es que me hablen de un estúpido amor? “ Caemos en la cuenta de lo que nos sucede a todos, como reza la voz del Cónsul -en Bajo el Volcán- en letanía: No se puede vivir sin amor , tanto es así que cualquier experiencia literaria o simplemente libresca pueda conducirnos –otra vez y reincidentemente- a los angustiantes y solitarios paraísos del conflicto amoroso y las relaciones sin solución en amargura.

El modo de composición guerrero es un contrapunto de diversas escenas –por ejemplo aquí la de la pérdida de la virginidad- en un conseguido uso de lo literario y/o culto o cultista ensamblado a lo cotidiano. Otra perla: un esposo y una esposa “recitaron el viejo poema del manicomio” el de Oquendo de Amat of course como ocurre en el texto denominado Baile donde Mallarme –rey del glam- es tambien implicado en la vida diaria. Y entre estas páginas –exáctamente la 27- hallamos un verso que nos reivindica la capacidad lírica de Victoria Guerrero: “mucho más fuerte que la ola arenosa de un mar embravecido” nos entrega rotunda esta definición metafórica de un hijo conceptual.

El método creacional asume el legado de la vanguardia en su –digamos- disgregado torrente de imágenes y escenas engarzándose con el verso proyectivo y la composición por campo de Charles Olson –línea que viene de Ezra Pound en los Cantos- y toma cuerpo peruano y/o latimnoamericano a través de la poesía integral tal como fue entendida por Juan Ramírez Ruiz, el gran cofundador del Movimiento Hora Zero de 1970. Y de hecho –en el poema que comentamos- se plantea una lectura que provoca una versión guerrera del famoso poema ‘El único amor posible entre un poeta latinoamericano y una estudiante en la academia de decoración y artesanía’: “Tú clase pujante / Yo burguesa de medo pelo / Tú miembro de la cofradía del Niñito / Yo poemas cursis / Tú Tarkowsky Jodorosky y todos los que le siguen / Yo operación anual y aparatos de tortura/ Tú mitología libros de historia tu madre exigiendo / dinero llantos de tu amante en Boston / Yo mi madre mi abuela loca la / terapia un amante en prisión etcétera” . En este sentido podríamos hablar de una suerte de renovación conversacional. Lo nuevo estaría en la sensibilidad que aporta Victoria Guerrero, su condición –aunque parezca una tautología- guerrera. Hay un punch que sólo viene desde el meollo de su fuego interior y su democrática percepción de un mundo desgarrado por abismos sociales entre las clases en pugna.

Una memoria de la infancia puede colocarnos –de un solo trazo- ante la domesticación de la libertad a la que son sometidas las personas mediante los aparatos de dominación del sistema: “Estruendos de una cinta de kst / oída desde la niñez / Estudia / Haz la cama / Lávate las manos”. Por otro lado, el tema del viaje inmigrante y el eventual regreso al país de orígen, ocupa un lugar decisivo en este libro: “Entonces / todos los aviones en los que has viajado quedan en el olvido /…/ Ninguno de ellos te ha llevado a algún lugar utópico”. Los conflictos internos, el autotormento implacable, la insatisfacción permamente, alumbran los pasajes que recorremos guiados por la poeta. Una de las paltas es el sentimiento de no pertenencia, pero no sólo ciudadana sino metafísica y concisamente producto societal: “Y almuerzo sola en cualquier resturante / Allí los mozos piensan que soy extranjera / quizá porque tengo cara / de no haber aprendido nunca a bailar una vieja salsa en la Máquina del Sabor”

Queda muy clara la conciencia frente al entorno real que rodea a esta poesía. Victoria Guerrero es capaz de amar intesamente al pueblo – a las masas- y simultáneamente sentir una cierta opresión de índole ontológica: “y mi corazón ebrio de tanta sinfonía popular / que me aprisiona / en las combis”. Hay un cierto oxímoron sentimental cuya sinceridad nos pone ante la transparencia de un arte poética que se interpela y se interpreta al calor de la realidad, con el horizonte utópico insertado como ‘la conquista de la belleza’ -según JC Mariátegui o la callada voz de Martín Adán: “Solo yo alcanzaré un verso justo El verso sabio del silencio".

Hacia la parte final del poemario, una perspectiva anarquista se luce en la meditación sobre el muro de Berlín, y la muralla de cualesquiera país. Puede el sujeto poético estar en el Báltico y sin embargo repetir: “Hoy estás en Lima / Hoy estás en Lima”. Una poética nueva empieza a nacer de la Cortina de hierro en tanto separación humana, el brillo de los escaparates capitalistas y las recientes tecnologías –situación prevista por Vallejo, siempre Vallejo en el trasfondo de este libro- ser de la clase media, ser comunista, ser militante, ser madre; son indagaciones sobre las que gira y gira el cuestionamiento que sobre sí misma se hace esta canción y sus múltiples referencias, desde los Orkopatas, lo cholo y el avant-garde hasta la risa de JM Arguedas, enarbolando una crítica frontal al Capitalismo en una síntesis que va desde la Alemania Nazi hasta la guerra civil en el Perú, con sutil ironía. Los cuerpos humanos son mercancías, cadáveres y objetos de cambio: liquidación & saldos. Y todo esto “todavía no ha terminado” se nos informa.

Si con Deleuze decíamos al principio que la condición extranjera expresa y marca esta poesía, comprenderemos, como afrima dicho crítico y filósofo, que toda creación literaria está escrita en una lengua extranjera, máxime si lo extranjero no es sólo el lenguaje –creación autónoma- sino una especialidad del ser: esa dimensión del talento personal de Victoria Guerrero que aquí nos congrega.


Roger Santivánez, 23 de Julio de 2011, Lima de Feria.

Texto publicado en http://intermezzotropical1.blogspot.com/2011/08/la-razon-ardiente.html?spref=fb

Aquí una interesante entrevista a Victoria Guerrero:
http://la-fortaleza-de-la-soledad.blogspot.com/2011/08/entrevista-victoria-guerrero.html


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