viernes, 30 de mayo de 2014

NO SOY UN ESCRITOR MARCA PERÚ





Hace 3 años escribí un artículo titulado “Marca Perú o Marca Chancho” http://rodolfoybarra.blogspot.com/2011/05/marca-peru-o-marca-chancho.html el cual tuvo cierta acogida y también ciertas desavenencias con algunas personas, especialmente gente vinculada al estado o las “altas esferas” de la política nacional. Hoy, después de 3 años, me vuelve a llegar otra carta, esta vez de parte de los directivos de PROMPERU, tema con el cual estoy en desacuerdo y no pienso acatar sus “sugerencias”, por ningún motivo. Vuelvo a repetir  lo que les respondí  a quienes pretenden domesticar el pensamiento crítico y/o en contumacia: NO SOY UN ESCRITOR MARCA PERÚ, nunca he aceptado ni aceptaré sus prebendas (premios, regalos, viajes, etc.) mucho menos aceptaré imposiciones o sugerencias para “ponerme en vereda” o servirles de herramienta útil o “cabeza de turco” para maquillar la torpeza con que vienen manejando el poder.
Lo curioso de la carta escrita de Promperú, al mejor o peor estilo de MCarthy o Edgard Hoover, es que me sugiere que haga una corrección con respecto a unas imágenes que he usado en mi blog, afectando con ello, mi derecho a la libertad de expresión, mi derecho a la crítica y mi derecho a hacer oposición ante un gobierno que se ha venido despintando gradualmente en desmedro de las clases populares y en beneficio de la plutocracia, los empresaurios y la clase política que, como siempre, se ha zurrado y se sigue zurrando en sus promesas electorales y en las ilusiones de un pueblo engañado y llevado al matadero cada cinco años.
Otra “curiosidad”, por decir lo menos, es que entre los argumentos de Promperú para que retire mis imágenes, está el hecho del buscador de Google, el cual al poner Marca Perú arroja la astronómica cifra de  46,500,000 resultados, desprendiéndose de esto que: o el blog del señor Ybarra es realmente importante o simplemente hay un afán programático de querer intimidar a todo pensamiento que no le sea afín al gobierno de turno.
Dejo la carta de Promperú, la imagen que este organismo estatal quiere que retire de mi blog y mi artículo Marca Perú o Marca Chancho, palabras que vuelvo a hacer mías tantas veces sean necesarias.

CARTA DE PROMPERÚ
Estimado señor Ybarra:
 Lo saludamos a nombre de la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo – PROMPERÚ,  y a la vez le informamos que hemos tomado conocimiento que en su pagina web  http://rodolfoybarra.blogspot.com se viene utilizando una imagen incorrecta de la Marca País Perú.
 Es preciso señalar que PROMPERÚ es titular de la Marca País PERÚ,  la cual se encuentra registrada en el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual -  INDECOPI para distinguir diversas clases de productos y servicios, bajo los Certificados Nº 2566 y 17302, conforme al siguiente diseño caracteristico que se aprecia a continuación:
Cabe indicar que la Marca País PERÚ es una marca de promoción del país principalmente en los sectores del turismo, las exportaciones y la imagen del país, y como tal, está debidamente protegida por las normas de Propiedad Intelectual.  Asimismo, cuenta con un procedimiento para la autorización de uso regulado en el Reglamento para el Uso de la Marca PERÚ aprobado por Resolución Nº 153-2011-PROMPERÚ/SG y su modificatoria aprobada por Resolución Nº 032-2013-PROMPERU/SG para utilizarse a nivel institucional, en productos o en eventos.
Como se puede observar, la marca que utiliza en su página web, no corresponde al uso correcto y efectivo de la Marca País. Asimismo, dicho diseño genera confusión entre los usuarios de internet ya que aparece en el buscador de imágenes de Google, al escribir la denominación “Marca Perú”.
 Por lo expuesto, solicitamos que a la brevedad posible, se sirva cambiar el diseño antes señalado por el diseño oficial de la Marca País Perú. Le agradeceríamos si nos pueda facilitar un número telefónico para contactarnos o comunicarse con nuestras oficinas para explicarle con mayores detalles nuestras apreciaciones y fundamentos sobre este tema.

Atentamente,


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Eduardo Espinoza Rodríguez
Especialista en Gestión de Marca
Dirección de Comunicaciones e Imagen País

Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo - PROMPERU
Calle Uno Oeste 50 - Mincetur, Lima 27
www.promperu.gob.pe / peru.info







“MARCA PERÚ” O “MARCA CHANCHO”
Rodolfo Ybarra

Después de ver este mockumentari (de moco, destilación nasal) mal llamado “Marca Perú”, la snuff movie peruvians de las clases retardatarias, no he podido sentir más que asco y rabia.
¿Pero a qué reverendo imbécil se le ha ocurrido buscar un lugar en Estados Unidos (Peru-Nebraska) para generar conciencia de lo que significa “ser peruano”? ¿Tan difícil es encontrar a algún pueblo peruano en el Perú (como diría José Carlos Mariátegui, cuyo tropo desgentilizado: “peruanicemos al Perú” no terminaremos de entender jamás) o una ciudad con las características necesarias como para inspirar alguna conciencia nacionalista o, perdón, patriotera? Mejor lo hubieran hecho en el “Asentamiento Humano Perú” (imagino que el asombro de estos peruanos hubiera sido mayor que el de los nebraskeños) o, en última instancia, en la avenida Perú, esa avenida proletaria del distrito de San Martín de Porres bautizada así en la época del temido y odiado Velasco Alvarado, hoy convertido en anatema por la maquinaria fujimontesinista (los Gildemeister, los Cavero, “los barones del arroz y el azúcar”, etc., etc., y todos los impresentables que aparecen en el libro “Los dueños del Perú” de Carlos Malpica, siguen reclamando sus “expropiaciones”!!!!; señores: acuérdense de que Proudhon dijo que “la propiedad es un robo” y la herencia, también —acotación mía—. Y si no es así entonces que le devuelvan Machu Picchu a los herederos de Mariano Ignacio Ferro, dueños del terreno donde se levanta este monumento patrimonio histórico de la humanidad http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:o19J7hmgFLAJ:www.valicha.com/index.php%3Foption%3Dcom_content%26view%3Darticle%26id%3D289:los-reclamos-de-las-hermanas-abril%26catid%3D49:portal-de-historia-y-patrimonio-2011+juicio+por+los+terrenos+de+machu+picchu&cd=1&hl=es&ct=clnk&source=www.google.com y que aún hoy en día continúan en juicio contra el Estado y contra el INC; o que les devuelvan las tierras a todos esos que eran dueños de distritos y hasta de provincias; por ejemplo, esos 71 mil metros cuadrados, que reclaman los herederos del multimillonario Enrique Marsano Campodónico; cuyo juicio aún prevalece contra el Estado, y en los que hace poco estuvo metiendo sus pezuñas el traficante Alberto Químper) .

¿Acaso esos seudo-artistas, enanos de circo, waripoleras, freaks y bufones que aparecen en Marca Perú no saben que miles de niños mueren por enfermedades fácilmente predecibles aquí a la vuelta de la esquina, en el mismo cerro que se divide por un cerco de alambres y púas entre Chacarilla-Surco y Pamplona-San Juan de Miraflores o el que separa La Planicie de Puruchuco-Huaycán, acaso no saben que no sólo han aumentado la mortalidad infantil sino que, al subir los índices de pobreza, las enfermedades se disparan sin posibilidades de control estatal. Solo por el friaje murieron 219 niños el 2008, 300 el 2009 y la cifra ha seguido en aumento el 2010 y en lo que va del año; acaso no saben que cientos de pueblos viven en un atraso histórico cercano al feudalismo, por no decir esclavismo --y para muestra un botón: las mineras, los buscadores de oro y los niños-esclavos en Madre de Dios--; acaso no saben que millones no tienen seguro social de ningún tipo y dependen de lo que hagan hoy para comer mañana (así, literalmente); y que 30 mil peruanos se largan de este país todos los meses esperando no volver jamás a estas tierras del señor; y que tres millones de peruanos no viven en el Perú porque este país no les dio ninguna oportunidad y tuvieron que emigrar por las buenas o por las malas para poder encontrar un trabajo digno o estudiar con mejores oportunidades o, simplemente, vivir en “paz” y encontrar mejores vecinos?

Ya lo dijo el plagiario oligarca Bryce Echenique, el escritor de las amas de casa pedorrientas de los sectores A-B, que sigue dejando sus cagarrutas por doquier: “en el Perú sólo se quedan los que no pueden irse y los cojudos”. Y los cojudos somos casi 30 millones.

30 millones de cojudos que siguen pensando que los chanchos vuelan y que los políticos son honestos y que el clero cree en dios (risas de la platea), y que las fuerzas armadas no funcionan como partido político (risa de la platea y del gallinero). 30 millones de borregos que piensan que hay corrección cuando un ex alcalde nos habla amores de los hospitales (de la insolidaridad), pero cuando tiene que atenderse o se siente mal acude corriendo a una clínica (o el criollazo Alberto Andrade que se fue a USA para curarse un cáncer; lo mismo que el mal recordado isquierdoso Barrantes Lingán cuando le salió una piedra en el riñón y se fue corriendo a Cuba). Lo mismo que Fujimori, García o Toledo o cualquier bribón aupado en el poder que habla bien de la educación en este país corral de chanchos y construyen centros educativos que se caen a pedazos, pero cuando tienen que mandar al colegio o a la universidad a sus hijos los mandan al extranjero, e incluso les aconsejan casarse por allá, de esto aprendieron bien los engendros del reptil Fujimori: Keiko casada con un norteamericano y Sachi casada con un alemán. Kenji está soltero sólo porque la ley no reconoce el matrimonio con perros (además el pobre chino es tan repulsivo como Tongo).

No me cabe la menor duda de que “Marca Perú”, realizado a un costo de 300 mil dólares bajo la batuta de una agencia extranjera de “superior talents”, FutureBrand (¿y por qué no le encargaron el trabajito a la APAP, Asociación Peruana de Agencias de Publicidad? o siquiera a Percy Céspedes, el videasta del maistream roquero local?), es una estafa, trafa y farsa; por cierto esta FutureBrand nos conoce tanto como sir Pol Macarni cuando dice “viva el Perú, carajo” (o Pol Estanley, el cantante de Kiss cuando nos visitó y nos cantó Guantanamera como si estuviera en Cuba, porque para ellos es lo mismo: “no hablo el español muy bien, pero comprendo tus sentimientos y mi corazón es tuyo”), o cualquier ciudadano de un país nórdico que piensa que Perú queda en África, etc., etc., porque todo este psicosocial enmarcado dentro de la Guerra de Cuarta Generación no es más que un insulto al peruano de a pie, un escupitajo en el rostro de la miseria, el hambre y la opresión, una pantomima que quiere imponerse como verdad histórica al modo en que Rasputín disfrazaba a los menesterosos con ropas de utilería y alfombraba las calles para que el zar y la zarina pudieran seguir reinando sin cargos de conciencia y, cuando estos regresaban al Palacio, mandaba a recoger todo lo que había prestado para maquillar la realidad; o al modo en que Procusto, ese personajillo de la mitología griega, cuando brindaba su hogar y su lecho a los viajeros y huéspedes ilusos: cortándoles los pies o estirándolos con un torniquete para que se ajustaran al tamaño de la cama (al tamaño de la realidad que él quería ver). Por eso, ahora, tenemos que creerle a ese holograma de país Marca Perú o quedarnos en el vacío y conformarnos con que la realidad cambia y los enfermos se curan sólo repitiendo como loros de hombro que “estamos bien” y que “vamos a estar mejor”. Tenemos que alegrarnos como enfermos mentales o como si tuviéramos un sueño de opio, coqueados o mariguaneados porque ahora “nuestra” Marca Perú puede intentar superar a la Marca Chile, la que mató a Colo Colo --del mapudungun colo-colo, "gato montés"-- y lo convirtió en un equipo de fútbol, y asesinó a los Mapuches porque era más fácil exterminarlos que ocuparse de ellos. El ejemplo ya está dado y las mineras y empresas expoliadoras están esperando con las armas del viejo Estado, las mismas que bendijo y justificó el Papa demoníaco Juan Pablo II en Ayacucho en 1985, para entrar a sangre y fuego, robar y matar a los indios de merde.

La Agencia de Promoción de la Inversión Privada, Prom Perú, la Cancillería y el Estado “peruano” (así entre comillas) en su conjunto (¿a quién representan estos señores?) no han hecho más que expresar su rabia de clase y su justificación del por qué no hay chorreo (y sí choreo) y del por qué unos cuántos pueden disfrutar de estas tierras que nunca dejaron de ser el Nuevo Mundo (o los países cuna del “buen salvaje” como diría Rousseau cuando se refería a unos domadores de animales en la Argentina), con playas donde las empleadas domésticas no pueden bañarse (“tienen derecho a correr buenas olas”), con restaurantes lujosos donde los mendigos pegan las narices a las vitrinas para ver “comer rico” a los vampiros que le chupan la sangre al pueblo y que se zurran en esas grandes mayorías que viven con sueldos de hambre (650 soles del sueldo mínimo cuando la canasta familiar está en 2112 soles y la canasta básica en 1292 soles; eso para distinguir quién es pobre y quién no lo es) o sobreviven con cachuelos, subempleos, mendicidad o cualquier método porque-el-peruano-para-eso-es-creativo; y en cuyos extremos está la delincuencia, la prostitución (sólo Lima tiene 50 mil putas que venden el culo por veinte soles y como ya no podemos ocultarlas tenemos que “legalizarlas” y darles su “zona rosa” o su “casa verde” o cualquier corralón para que lo administre cualquier proxeneta al modo del villano Víctor Hugo Shimabukuru, con armas de guerra y corte marcial a las que intenten dejar el negocio), o cualquier lacra social como el robo, el asalto, que en muchos casos no son más que reflejo de la desesperación y el vacío, y no sólo “vicio o excrecencia de las sociedades en desarrollo”. Quizás el gran revolucionario anarquista Buanaventura Durruti, previendo esta realidad tercermundista del oprobio, se convirtió en asaltante de bancos.

Repasemos a estos palomillas de ventana que se han prestado para este juego sucio, celada y desbarrancamiento de il popolo, imaginamos que bien pagados y bien comidos, y con la promesa de una segunda parte y otras prebendas por debajo de la mesa o encima de ella (total a nadie le importa): Gastón Acurio, el calientaollas (parónimo de “calientahuevos”) de la reacción y rostro publicitario del Banco Continental, el hijo del ministro acciopopulista que estudió en uno de los institutos más caros del mundo, el Le Cordon Bleu de Francia cuando nuestro país se sumía en la peor de sus desgracias (re)iniciada por el traidor vendepatria y verdugo de los trabajadores: Belaúnde Terry (el mismo que, como buen señor terrateniente bajo la escafandra de arquitecto, solo veía “abigeos” o robavacas y al que dibujaban parado encima de una nube cuando este Perú se iba a la mierda y el pueblo hambriento tenía que alimentarse con nicovita, vitaovo, afrecho y comida para cerdos. Y cuyo primer ministro, el plebeyo Manuel Ulloa Elías, logró convertirse en “noble” al casarse con la condesa Elizabeth de Yugoslavia, descendiente de la reina Victoria de Gran Bretaña, y, por lo tanto, sus hijos son primos del príncipe Carlos (¿¿¿???). Carlos Alcántara, rostro payasesco de la transnacional cervecera Brahma, vivazo de barrio y tarado por la fama y la estupidez, que contrata a asesores norteamericanos y excluyendo a los peruanos para su trabajo de bufón de la burguesía parasitaria (¿si o no, Carlitos?). Dina Páucar, la empollerada fujimorista militante, la que le canta a la hija del ladrón y asesino diciéndole “qué lindos son tus ojos”, la misma canción de cumbia boliviana que ha embarrado como excremento de perro en este falso documental y que ahora será cambiada a última hora como se acostumbra hacer las cosas en el Perú: http://www.netjoven.pe/noticias/61764/Marca-Peru-Reemplazaran-cancion-boliviana-interpretada-por-Dina-Paucar.html ). La misma Dina Páucar, rostro de la expoliadora Telefónica a la que le ayuda a jalar la soga con la que ahorcan a los peruanos de a pie y miles de familias desesperadas que creen que un teléfono o un celular son “estatus” y según las estadísticas, que todo lo falsean, tenemos 29 millones 115 mil líneas telefónicas celulares, así que nos debemos dar por bien servidos, “porque la democracia es libertad de opinión, pero no sólo a través de medios escritos o de la radio; democracia es también el derecho de hacer conocer la opinión de uno a través de medios modernos, como el teléfono celular”, Alan García dixit; mientras la transnacional se niega a pagar los impuestos devengados y nos clava tarifas exorbitantes, ni siquiera equiparables a países del primer mundo. Magaly Solier, el amuleto del cine criollento, la baby sister de la Claudia Llosa, la chola que saca al perro chimú a hacer sus necesidades fisiológicas; al igual que “Perú Negro”, exóticos como cualquier tribu ágrafa en taparrabos que adoran a un pedazo de hueso y se solazan en la antropofagia, y que continúan repitiendo el rezago de la esclavitud pre-Ramón Castilla, vergüenza de Nicomedes Santa Cruz, Stokely Carmichael, Malcom X, Basquiat o de cualquier bien nacido negro chinchano o cañetano o yapatero. El plagiario y ladrón intelectual, Rafo León (o ya nos olvidamos de ese libro, “Lima Bizarra” –para muestra un botón— que publicó a base de robarle artículos a periodistas de menor rango en el estercolero El Comercio), quien hipócritamente, y en plano detalle, coloca en el stand de libros de Peru-Nebraska un texto de Recetas de Nicolini y un libro de Vallejo (qué tal ofensa que ahora nuestro embajador cultural sea un ratero; Vallejo, de seguro, hubiera mordido o pisado a esa mano cleptómana). La Mulánovich que sólo piensa cuando está encima de una ola (el discurso ridículo y mal masticado a Alan García, propio de una niñata acojudada por tanta agua que le ha entrado en las orejas habla por sí solo). El tal "Gonzalete" a quien le han regalado un programa en el canal del Estado, sólo por ser felón y no chocar con los intereses privados de un país puesto en remate y condenado al desfalco, etc., etc.

Marca Chancho es como las clases populares conocen a una marca hecha en el Perú o, simple y llanamente, cuando no hay marca o carece de origen (los ferreteros le llaman “hechizo” a lo que es “made-in-Perú”; “hecho a mano”, hand made; o “hecho en casa”, home-made); y Marca Chancho es este “documental” del odio a lo nuestro, un adefesio filmado en “pantalla azul” o un video juego para que el peruanito (que todavía siente, respira y tiene necesidades urgentes) pueda matar sus pulgas, piojos y garrapatas, y realizarse aunque sea viendo voyeurísticamente o aunque sea arañando y frotándose como esquizofrénico o como sarnoso sobre esa realidad de vidrio mientras muere por inanición.

Total, no fue casi lo mismo lo que dijo el perro de chacra, reelecto congresista de la diarrea aprista, Mauricio Mulder: “antes los peruanos podían ver detrás de los escaparates, ahora los peruanos pueden entrar a los centros comerciales aunque sea para mirar o a comprarse alguito”; o, mejor, ahora, podemos adentrarnos en un vídeo y ser parte de esa realidad de oropel, de ese mundo de ensoñación que es la televisión y el cine, casi como un orgasmatrón donde cualquier hombre (o mujer) puede diseñar a la mujer (u hombre) de sus sueños y luego brindarse el placer que quiera sólo mirando a la pantalla y dejándose seducir por unos electrodos conectados a la cabeza. ¿Para qué mierda necesitamos comer, vestir, estudiar, viajar, correr olas, comprar casa o vivir de alquilado, etc., etc.? ¿Para qué mierda necesitamos preocuparnos del mundo, de las estadísticas negativas o la miseria asfixiante que nos rodea y nos enloquece día a día? ¿Para qué mierda necesitamos preocuparnos de la política o si votamos por tal o cuál candidato o si nos invade el neoliberalismo tatcheriano, la Cia, o un grupo de pobres diablos y rateritos bajo el fustán de un partido político? ¿Para qué mierda necesitamos saber si invaden a un país árabe o si explota una planta nuclear en Japón o si el Bin Laden, muerto por los mercenarios de la Blackwater, es verdadero o falso? ¿Para qué mierda necesitamos la realidad, señores? ¿Para qué mierda necesitamos todo esto?

Seamos a francos: sólo para ir al baño para defecar o para vomitar como ahora.

“MARCA PERÚ” O “MARCA CHANCHO”




Después de ver este mockumentary (de moco, destilación nasal) mal llamado “Marca Perú”, la snuff movie peruvians de las clases retardatarias, no he podido sentir más que asco y rabia.
Pero ¿a qué reverendo imbécil se le ha ocurrido buscar un lugar en Estados Unidos (Perú-Nebraska) para generar conciencia de lo que significa “ser peruano”? ¿Tan difícil es encontrar a algún pueblo peruano en el Perú (como diría José Carlos Mariátegui, cuyo tropo desgentilizado: “peruanicemos al Perú” no terminaremos de entender jamás) o una ciudad con las características necesarias como para inspirar alguna conciencia nacionalista o, perdón, patriotera? Mejor lo hubieran hecho en el Asentamiento Humano Perú (imagino que el asombro de estos peruanos hubiera sido mayor que el de los nebraskeños) o, en última instancia, en la avenida Perú, esa avenida proletaria del distrito de San Martín de Porres, bautizada así en la época del temido y odiado Velasco Alvarado, hoy convertido en anatema por la maquinaria fujimontesinista (los Gildemeister, los Cavero, “los barones del arroz y el azúcar”, etcétera, etcétera, y todos los impresentables que aparecen en el libro Los dueños del Perú, de Carlos Malpica, siguen reclamando sus “expropiaciones” ¡!; señores, acuérdense de que Proudhon dijo que “la propiedad es un robo”, y la herencia también —acotación mía—. Y, si no es así, entonces que le devuelvan Machu Picchu a los herederos de Mariano Ignacio Ferro, dueños del terreno donde se levanta este monumento, que es patrimonio histórico de la humanidad (http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:o19J7hmgFLAJ:www.valicha.com/index.php%3Foption%3Dcom_content%26view%3Darticle%26id%3D289:los-reclamos-de-las-hermanas-abril%26catid%3D49:portal-de-historia-y-patrimonio-2011+juicio+por+los+terrenos+de+machu+picchu&cd=1&hl=es&ct=clnk&source=www.google.com), quienes aún hoy en día continúan en juicio contra el Estado y el Instituto Nacional de Cultura del Perú (INC); o que les devuelvan las tierras a todos esos que eran dueños de distritos y hasta de provincias, como, por ejemplo, esos 71 000 m2 que reclaman los herederos del multimillonario Enrique Marsano Campodónico, cuyo juicio aún prevalece contra el Estado, y en los que hace poco estuvo metiendo sus pezuñas el traficante Alberto Químper.

¿Acaso esos seudoartistas, enanos de circo, guaripoleras, freaks y bufones que aparecen en Marca Perú no saben que miles de niños mueren por enfermedades fácilmente predecibles aquí a la vuelta de la esquina, en el mismo cerro que se divide por un cerco de alambres y púas entre Chacarilla-Surco y Pamplona-San Juan de Miraflores o el que separa La Planicie de Puruchuco-Huaycán?, ¿acaso no saben que no solo ha aumentado la mortalidad infantil sino que, al subir los índices de pobreza, las enfermedades se disparan sin posibilidades de control estatal? Solo por el friaje murieron 219 niños el año 2008, 300 el año 2009, y la cifra ha seguido en aumento el año 2010 y en lo que va del año; ¿acaso no saben que cientos de pueblos viven en un atraso histórico cercano al feudalismo, por no decir esclavismo −y para muestra un botón: las mineras, los buscadores de oro y los niños-esclavos en Madre de Dios−?; ¿acaso no saben que millones no tienen seguro social de ningún tipo y dependen de lo que hagan hoy para comer mañana (así, literalmente) y que 30 000 peruanos se largan de este país todos los meses con la esperanza de no volver jamás a estas tierras del señor, y que tres millones de peruanos no viven en el Perú porque este país no les dio ninguna oportunidad y tuvieron que emigrar por las buenas o por las malas para poder encontrar un trabajo digno o estudiar con mejores oportunidades o, simplemente, vivir en “paz” y encontrar mejores vecinos?

Ya lo dijo el plagiario oligarca Bryce Echenique, el escritor de las amas de casa pedorrientas de los sectores A-B, que sigue dejando sus cagarrutas por doquier: “en el Perú solo se quedan los que no pueden irse y los cojudos”. Y los cojudos somos casi treinta millones.

Treinta millones de cojudos que siguen pensando que los chanchos vuelan y que los políticos son honestos y que el clero cree en dios (risas de la platea) y que las fuerzas armadas no funcionan como partido político (risa de la platea y del gallinero). Treinta millones de borregos que piensan que hay corrección cuando un exalcalde nos habla amores de los hospitales (de la insolidaridad), pero, cuando tiene que atenderse o se siente mal, acude corriendo a una clínica (o el criollazo Alberto Andrade, que se fue a Estados Unidos para curarse un cáncer; lo mismo que el mal recordado izquierdoso Barrantes Lingán, que, cuando le salió una piedra en el riñón, se fue corriendo a Cuba), lo mismo que Fujimori, García o Toledo o cualquier bribón aupado en el poder que habla bien de la educación en este país corral de chanchos, mientras construyen centros educativos que se caen a pedazos, pero, cuando tienen que mandar al colegio o a la universidad a sus hijos, los mandan al extranjero, e incluso les aconsejan casarse por allá; de esto aprendieron bien los engendros del reptil Fujimori: Keiko casada con un norteamericano y Sachi casada con un alemán. Kenji está soltero solo porque la ley no reconoce el matrimonio con perros (además, el pobre chino es tan repulsivo como Tongo).

No me cabe la menor duda de que “Marca Perú”, realizado a un costo de 300 000 dólares bajo la batuta de una agencia extranjera de “superior talents”, FutureBrand (¿y por qué no le encargaron el trabajito a la Asociación Peruana de Agencias de Publicidad [APAP]?) o siquiera a Percy Céspedes, el videasta del mainstream roquero local?), es una estafa, trafa y farsa; por cierto, esta FutureBrand nos conoce tanto como sir Pol Macarni cuando dice “Viva el Perú, carajo” (o Pol Estanley, el cantante de Kiss cuando nos visitó y cantó “Guantanamera”, como si estuviera en Cuba, porque para ellos es lo mismo: “No hablo el español muy bien, pero comprendo tus sentimientos y mi corazón es tuyo”) o cualquier ciudadano de un país nórdico que piensa que Perú queda en África, etcétera, etcétera, porque todo este psicosocial, enmarcado dentro de la guerra de cuarta generación, no es más que un insulto al peruano de a pie, un escupitajo en el rostro de la miseria, el hambre y la opresión, una pantomima que quiere imponerse como verdad histórica al modo en que Rasputín disfrazaba a los menesterosos con ropas de utilería y alfombraba las calles para que el zar y la zarina pudieran seguir reinando sin cargos de conciencia y, cuando estos regresaban al Palacio de Invierno, mandaba a recoger todo lo que había prestado para maquillar la realidad; o al modo en que Procusto, ese personajillo de la mitología griega, cuando brindaba su hogar y su lecho a los viajeros y huéspedes ilusos: cortándoles los pies o estirándolos con un torniquete para que se ajustaran al tamaño de la cama (al tamaño de la realidad que él quería ver). Por eso, ahora, tenemos que creerle a ese holograma de país Marca Perú o quedarnos en el vacío y conformarnos con que la realidad cambia y los enfermos se curan solo repitiendo, como loros de hombro, que “Estamos bien” y que “Vamos a estar mejor”. Tenemos que alegrarnos como enfermos mentales o como si tuviéramos un sueño de opio, coqueados o mariguaneados, porque ahora “nuestra” Marca Perú puede intentar superar a la Marca Chile, la que mató a Colo Colo −del mapudungun colo-colo, ‘gato montés’− y lo convirtió en un equipo de fútbol, y asesinó a los mapuches porque era más fácil exterminarlos que ocuparse de ellos. El ejemplo ya está dado, y las mineras y empresas expoliadoras están esperando con las armas del viejo Estado, las mismas que bendijo y justificó el papa demoniaco Juan Pablo II en Ayacucho, en 1985, para entrar a sangre y fuego, robar y matar a los indios de merde.

La Agencia de Promoción de la Inversión Privada (PromPerú), la Cancillería y el Estado “peruano” (así, entre comillas) en su conjunto (¿a quién representan estos señores?) no han hecho más que expresar su rabia de clase y su justificación del por qué no hay chorreo (y sí choreo) y del por qué unos cuántos pueden disfrutar de estas tierras que nunca dejaron de ser el Nuevo Mundo (o los países cuna del “buen salvaje”, como diría Rousseau cuando se refería a unos domadores de animales en la Argentina), con playas donde las empleadas domésticas no pueden bañarse (“Tienen derecho a correr buenas olas”), con restaurantes lujosos donde los mendigos pegan las narices a las vitrinas para ver “comer rico” a los vampiros que le chupan la sangre al pueblo y que se zurran en esas grandes mayorías, que viven con sueldos de hambre (650 soles el sueldo mínimo cuando la canasta familiar está en 2112 soles y la canasta básica en 1292 soles; eso para distinguir quién es pobre y quién no lo es), o sobreviven con cachuelos, subempleos, mendicidad o cualquier método porque-el-peruano-para-eso-es-creativo, y en cuyos extremos está la delincuencia, la prostitución (solo Lima tiene 50 000 putas que venden el culo por veinte soles y, como ya no podemos ocultarlas, tenemos que “legalizarlas” y darles su “zona rosa” o su “casa verde” o cualquier corralón para que lo administre cualquier proxeneta al modo del villano Víctor Hugo Shimabukuro, con armas de guerra y corte marcial a las que intenten dejar el negocio), o cualquier lacra social como el robo, el asalto, que, en muchos casos, no son más que reflejo de la desesperación y el vacío, y no solo “vicio o excrecencia de las sociedades en desarrollo”. Quizás el gran revolucionario anarquista Buenaventura Durruti, previendo esta realidad tercermundista del oprobio, se convirtió en asaltante de bancos.

Repasemos a estos palomillas de ventana que se han prestado para este juego sucio, celada y desbarrancamiento contra il popolo, imaginamos que bien pagados y bien comidos, y con la promesa de una segunda parte y otras prebendas por debajo de la mesa o encima de ella (total, a nadie le importa): (a) Gastón Acurio, el calientaollas (parónimo de “calientahuevos”) de la reacción y rostro publicitario del Banco Continental, el hijo del ministro acciopopulista que estudió en uno de los institutos más caros del mundo, el Le Cordon Bleu de Francia, cuando nuestro país se sumía en la peor de sus desgracias, (re)iniciada por el traidor vendepatria y verdugo de los trabajadores: Belaúnde Terry (el mismo que, como buen señor terrateniente, bajo la escafandra de arquitecto, solo veía “abigeos” o robavacas y al que dibujaban parado encima de una nube cuando este Perú se iba a la mierda y el pueblo hambriento tenía que alimentarse con Nicovita, Vita Ovo, afrecho y comida para cerdos), cuyo primer ministro, el plebeyo Manuel Ulloa Elías, logró convertirse en “noble” al casarse con la condesa Elizabeth, de Yugoslavia, descendiente de la reina Victoria de Gran Bretaña, y cuyos hijos, por lo tanto, son primos del príncipe Carlos (¿¿¿???); Carlos Alcántara, rostro payasesco de la transnacional cervecera Brahma, vivazo de barrio y tarado por la fama y la estupidez, que contrata a asesores norteamericanos y excluye a los peruanos para su trabajo de bufón de la burguesía parasitaria (¿sí o no, Carlitos?); (b) Dina Páucar, la empollerada fujimorista militante, la que le canta a la hija del ladrón y asesino diciéndole: “Qué lindos son tus ojos” (la misma canción de cumbia boliviana que ha embarrado como excremento de perro en este falso documental y que ahora será cambiada a última hora, como se acostumbra hacer las cosas en el Perú: http://www.netjoven.pe/noticias/61764/Marca-Peru-Reemplazaran-cancion-boliviana-interpretada-por-Dina-Paucar.html), la misma Dina Páucar, rostro de la expoliadora Telefónica, a la que le ayuda a jalar la soga con la que ahorcan a los peruanos de a pie y a miles de familias desesperadas que creen que un teléfono o un celular es “estatus”, y, según las estadísticas, que todo lo falsean, tenemos 29 115 000 líneas telefónicas celulares, así que nos debemos dar por bien servidos, “porque la democracia es libertad de opinión, pero no solo a través de medios escritos o de la radio; democracia es también el derecho de hacer conocer la opinión de uno a través de medios modernos, como el teléfono celular”, Alan García dixit; mientras la transnacional se niega a pagar los impuestos devengados y nos clava tarifas exorbitantes, ni siquiera equiparables a países del Primer Mundo; (c) Magaly Solier, el amuleto del cine criollento, la baby sister de Claudia Llosa, la chola que saca al perro chimú a hacer sus necesidades fisiológicas, al igual que Perú Negro, exóticos como cualquier tribu ágrafa en taparrabos que adora a un pedazo de hueso y se solaza en la antropofagia, y que continúa repitiendo el rezago de la esclavitud pre-Ramón Castilla, vergüenza de Nicomedes Santa Cruz, Stokely Carmichael, Malcolm X, Basquiat o de cualquier bien nacido negro chinchano o cañetano o yapatero; (d) el plagiario y ladrón intelectual Rafo León (¿o ya nos olvidamos de ese libro, Lima bizarra –para muestra un botón—, que publicó a base de robar artículos a periodistas de menor rango en el estercolero El Comercio), quien hipócritamente, y en plano detalle, coloca en el stand de libros de Perú-Nebraska un texto de recetas de Nicolini y un libro de Vallejo (qué tal ofensa que ahora nuestro embajador cultural sea un ratero; Vallejo, de seguro, hubiera mordido o pisado esa mano cleptómana); (e) la Mulánovich, que solo piensa cuando está encima de una ola (el discurso ridículo y mal masticado a Alan García, propio de una niñata acojudada por tanta agua que le ha entrado en las orejas habla por sí solo); y (f) el tal “Gonzalete”, a quien le han regalado un programa en el canal del Estado, solo por ser felón y no chocar con los intereses privados de un país puesto en remate y condenado al desfalco, etcétera, etcétera.

Marca Chancho es como las clases populares conocen a una marca hecha en el Perú o, simple y llanamente, cuando no hay marca o carece de origen (los ferreteros llaman “hechizo” a lo que es “made-in-Perú”, “hecho a mano”, hand made, o “hecho en casa”, home-made), y Marca Chancho es este “documental” del odio a lo nuestro, un adefesio filmado en “pantalla azul” o un videojuego para que el peruanito (que todavía siente, respira y tiene necesidades urgentes) pueda matar sus pulgas, piojos y garrapatas, y realizarse, aunque sea viendo voyeuristamente o arañando y frotándose como esquizofrénico o como sarnoso sobre esa realidad de vidrio, mientras muere por inanición.

Total, no fue casi lo mismo lo que dijo el perro de chacra, reelecto congresista de la diarrea aprista, Mauricio Mulder: “Antes los peruanos podían ver detrás de los escaparates, ahora los peruanos pueden entrar a los centros comerciales, aunque sea para mirar o a comprarse alguito”; o, mejor, ahora, podemos adentrarnos en un video y ser parte de esa realidad de oropel, de ese mundo de ensoñación que es la televisión y el cine, casi como un orgasmatrón, donde cualquier hombre (o mujer) puede diseñar a la mujer (u hombre) de sus sueños y luego brindarse el placer que quiera solo mirando a la pantalla y dejándose seducir por unos electrodos conectados a la cabeza. ¿Para qué mierda necesitamos comer, vestir, estudiar, viajar, correr olas, comprar casa o vivir de alquilado, etcétera, etcétera? ¿Para qué mierda necesitamos preocuparnos del mundo, de las estadísticas negativas o de la miseria asfixiante que nos rodea y enloquece día a día? ¿Para qué mierda necesitamos preocuparnos de la política o de si votamos por tal o cuál candidato o si nos invade el neoliberalismo thatcheriano, la CIA, o un grupo de pobres diablos y rateritos bajo el fustán de un partido político? ¿Para qué mierda necesitamos saber si invaden a un país árabe o si explota una planta nuclear en Japón o si Bin Laden, muerto por los mercenarios de la Blackwater, es verdadero o falso? ¿Para qué mierda necesitamos la realidad, señores? ¿Para qué mierda necesitamos todo esto?

Seamos a francos: solo para ir al baño, para defecar; o para vomitar, como ahora.



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jueves, 22 de mayo de 2014

"CENA PARA OCHO". CUENTO INÉDITO DE CARLOS MENESES

                                       




  Son las nueve de la noche. El matrimonio que suma entre ambos cónyuges algo más de un siglo, se sienta ceremonioso en torno a la mesa, acompañado de sus dos hijos veinteañeros. Una mujer mayor, con delantal y cofia les ha traído una enorme sopera humeante y dos bandejas con los alimentos sólidos que ha depositado sobre una mesa ovalada como para media docena de comensales. El señor muy serio, con gafas, vestido como para salir a la calle empieza una oración, la esposa lo sigue moviendo los labios pero sin sonoridad. Los hijos Patricio y Aída, también muestran expresión facial contrita. Señor, gracias por estos alimentos que proporcionas día a día a estos tus humildes servidores, gracias por tu gran bondad para con nuestra modesta familia. Va a agregar algo más cuando se siente un ruido como de tormenta. Se interrumpe la oración, todos levantan la cabeza y se miran sorprendidos.

     El hijo trata de calmar a sus padres, no es nada, el viento que debe haber abierto una ventana, dice, y hace ademán de levantarse, la madre está a punto de pedirle prudencia cuando entran al comedor bastante iluminado dos parejas. El hombre de la primera pareja, es alto y fuerte, saluda con gran vitalidad y enorme sonrisa, ¡Buenas noches, amigos! Creo que llegamos a tiempo. La muchacha que está a su lado dice entre risas moderadas, no tenemos mucho apetito, pero es malo irse a la cama sin probar bocado. El señor los mira atónito, parecía dispuesto a llamarles seriamente la atención pero ha cambiado de decisión. Los cuatro buscan sitio en la mesa, descubren en los rincones de la habitación unas sillas, las traen arrastrándolas y se van sentando en ellas,  un hombre joven, de bigote y mirada que parece una invitación a la alegría,  le dice a su pareja una chica rubia de rasgos faciales muy finos, tú siéntate en mis rodillas, no será la primera vez que comas sentada sobre mí, y se ríe.

     Al ver que nadie se ha servido, la chica del hombre alto que llegó primero al comedor se adelanta y se dispone a servir a todos.  No estoy muy acostumbrada a este reparto de alimentos, pero les prometo hacerlo lo mejor posible. Primero el jefe de familia, dice con la sopera cogida por sus dos asas. La mujer mayor con cofia aparece y mira la escena asombrada, se acerca a la muchacha dispuesta a ser ella la que sirva a todos y nerviosa le dice, yo lo haré señorita. La muchacha la mira primero fastidiada, luego cambia por una mirada amical, lo haré yo, así gano experiencia.

   Se levanta y sirve al señor, luego a la señora, a los hijos. La señora que ha estado como alelada desde que entraron las dos parejas, les pregunta algo cohibida, aunque enseguida se recupera y  muestra su identidad  de dueña de casa. ¿Alguien les ha indicado que vinieran a cenar a nuestra casa? Y adelantándose a lo que va a responder el hombre alto, como verán la sopa de pescado sí ha alcanzado a dos cucharones por persona, pero no habrá ni arroz ni bistec para todos. El alto sonriente la tranquiliza, no se preocupe por eso señora, todo se ve exquisito, si nos gusta volveremos pronto se lo prometemos.

     Los hijos se muestran incómodos y Patricio parece sentirse obligado a intervenir. Pero lo hace su padre. Señores, desearíamos que antes de probar nuestra humilde cena tuvieran la bondad de identificarse. Es de buena educación que quienes vienen de fuera comuniquen los motivos que los han traído a esta casa y den a conoce sus nombres. La mujer de la cofia se mantiene como una estatua detrás de la chica morena que ha servido la sopa. Toma la palabra el hombre que tiene a su pareja sobre las rodillas, invitación ninguna, elegimos esta casa por su agradable fachada y el farolito que ilumina el jardín  nos resultó atractivo y nada más. Y ahora que conocemos a toda la familia nos gusta más. Y agradeceremos muy sinceramente a la dama, mira hacia la de la cofia, por su maravilloso buen gusto para cocinar.

    El hombre alto se pone de pie, se sitúa delante de la de la cofia y la besa en las mejillas, gracias noble dama, le dice  reverencial a toda voz y vuelve a su sitio. El caballero de la casa que no ha probado la sopa de pescado, se pone de pie muy enérgico, aunque al avanzar hacia los visitantes sus pasos van siendo trastabillantes, no obstante mantiene un tono de voz firme. Señores, pueden comer tranquilos, pero les agradeceré que al terminar se despidan y no nos hagan más visitas. El alto lo mira como si el señor hubiese hablado como un cómico, sonríe, no contesta inmediatamente y al terminar la sopa se dispone a dar respuesta, pero se ve interrumpido por Patricio que ha estado conteniéndose para pedirles en términos exaltados que se vayan de su casa.

    Creo que ya está bien de impertinencias. No he visto cómo ha quedado la ventana, seguramente deben haber roto cristales por la forma violenta como han entrado, tal vez eso se pueda perdonar, pero que nos invadan de esta manera es intolerable. La hija que parecía muy modosa colabora con su hermano. Es una grosería entrar a una casa desconocida y actuar como si les perteneciera, yo les pediría que se vayan inmediatamente. Los cuatro invasores se miran entre si sonrientes y miran uno a uno a los dueños de casa. La palomita nos bota de su casa, dice el que tiene a su pareja sobre las rodillas. Y el alto con su vozarrón agrega: Qué falta de solidaridad, palomita, somos seres pacíficos, no asaltantes.

    El dueño de casa cree tener la solución, siendo tolerante y utilizando buenas maneras, terminan de cenar y salen educadamente de esta casa, y por favor esta será la primera y última vez que se sientan a nuestra mesa. Habla el alto, que se ha servido un bistec con arroz blanco. Es muy temprano para abandonar este amable hogar, además les hacemos saber que esta noche no tenemos techo, lo hemos cedido a unas personas que deambulaban por la calle temblando de frío. Suponemos que no querrán que nosotros durmamos a la intemperie. La hija interviene muy molesta, eso no es de nuestra incumbencia. Quien no ha sido previsor y sobre todo buen trabajador se encuentra en esta situación. En esta ciudad hay refugios para los que no tienen cama, pueden ir a uno de ellos.

El de la chica en las rodillas interviene sin enfado ninguno, esos lugares tienen un enorme inconveniente, no nos admiten a los cuatro juntos, son de esos bellacos moralistas que señalan: muchachas en un sitio y hombres en otro, y nosotros no acostumbramos separarnos de noche. El alto parece continuar la respuesta de su amigo, y además hay que pagar, ese es el aspecto más triste, la gente no se cansa de cobrar. Y otra cosa, creo que las camas de esta casa son más blandas que la de esos alojamientos llenos de pulgas. El señor que no se ha sentado y sigue de pie, les increpa, señores esos problemas son muy personales y no tenemos por qué conocerlos y menos compartirlos. Como ya les he dicho, terminen de cenar tranquilamente y desalojen mi casa.

    La chica sentada sobre las rodillas,  sonriente como si fuera a contar una historieta cómica les recuerda, hace muchos años en la antigua Grecia, un pensador escribió que por las  calles debería correr un río de sopa de nabos y patatas, y que todo el que quisiera se pudiera servir. La otra muchacha cogiendo el relevo de su amiga.  Qué delicia, por mi que también hubiera un río de miel, con lo que me gusta el dulce. Patricio el hijo mayor rompe la delicia del cuento fantástico de las chicas con voz áspera, vayan a esa Grecia de hace siglos, pero ya, ¡inmediatamente, joder! aquí está demás!. Aída no se queda atrás, ¡Qué están esperando para irse al carajo! Los padres de la chica se ruborizan por la palabrota que ha soltado la hija. Lo hemos pensado, le replica el alto que aún engulle el bistec que le ha quitado a su pareja, pero no hay ni aviones, ni barcos, ni trenes que hagan ese viaje.

   La señora de casa, hierática, claro que no se vuelve al pasado, pero sí se pueden ir a la calle y buscarse otro lugar para dormir. La mujer de cofia ha desaparecido pero nadie la echa de menos. El alto saca del bolsillo un rondín y anuncia, los entretendré tocando música ligera. No, no, dice el dueño de casa, vayan a la calle a tocar lo que quieran. El alto no hace caso y empieza a tocar una vieja rumba, el de las rodillas y su pareja se levantan  para bailar en torno al músico, y la chica morena le hace una seña a Patricio para bailar con él, pero el hijo no se digna mirarla. Al terminar los cuatro aplauden. La chica rubia le dice al            que parece su novio, como están tan enfurruñados tal vez sea necesario darles esos papelotes mugrientos que a nosotros nos persiguen pero no nos gustan. El de las rodillas se alza de hombros, mete la mano al bolsillo y saca una bola malformada de billetes que pone sobre la mesa.

   La primera expresión de dureza que empieza a ablandarse es la de Patricio, luego la de la señora de casa. El hombre alto mira el dinero con desprecio y les dice mirando a todos, lo que nos ha costado reunirlo. El dueño de casa no abre la boca ha quedado estupefacto. Sólo Aída manteniendo una mirada despreciativa, les llama la atención a los impertinentes visitantes, llévense esos billetes fétidos, huelen horrorosamente. El matrimonio mira a la chica como queriendo corregir sus palabras. Utilizaremos otros métodos anuncia el alto y saca del bolsillo una pistola. ¡Los cuatro arrodillarse! Los padres con la indignación en el rostro y temblando empiezan a cumplir con el mandato aunque lentamente. Patricio como si no tuviera otra alternativa, también acepta la orden del alto. Sólo Aída se mantiene en su sitio, aunque muestra indecisión. El alto la insta a obedecer con voz áspera. ¿Qué esperas palomita, quieres que te arrodille tirándote de los pelos?

    En el momento en que la chica parece ceder suena un timbre que sorprende a todos. La mujer de la cofia sale del interior y corre a abrir la puerta. Las dos parejas se miran entre sí y dando la sensación de disponerse a salir de la casa. Dos guardias uniformados entran en el comedor  marciales y con expresiones de ira en el rostro. ¡Contra la pared los asaltantes! Dice con autoridad uno de ellos apuntándolos con su pistola. El cuarteto no muestra ánimo de sumisión.  ¿Han causado estropicios? Pregunta el otro a los dueños de casa que se han levantado con dificultad ayudándose unos a otros. El señor farfulla algo, la señora vuelve a mostrase hierática, Patricio quiere tomar la palabra pero no le sale voz, sólo la chica dice: nos han amargado la cena, han desgarrado nuestra intimidad.

   Las  miradas de los dueños de casa sobre la sucia pelota de billetes delatan sobre todo ambición, y en el caso de Aída ambición y duda. Los uniformados con voces agrias y estridentes demandan a los asaltantes, que no se han colocado cara a la pared, que empiecen a salir hacia la calle ordenadamente uno detrás de otro. El guardia de la pistola pregunta con rudeza señalando la bola de billetes: ¿de quien es esto? Los dueños de casa parecen dispuestos a reclamar propiedad sobre esa esfera inmunda. Las dos parejas empiezan a salir de la casa lentamente sin huellas de miedo ni ningún gesto de desagrado. Se oye en ese momento la voz muy sonora del hombre alto que los de casa toman como burla y muestran expresiones de desagrado, gracias por la cena, dejamos esa pelotita como recuerdo. Avanza hacia la doncella, la abraza, eres una cocinera estupenda, pero tienes malas costumbres, la mujer está como petrificada.

    La chica rubia también se escapa de la custodia policial y besa al señor de casa y luego a uno de los guardias que aborta una sonrisa y pone cara de repugnancia, los otros componentes del cuarteto invasor celebran con risas ese comportamiento en el momento en que llega tercer guardia. Uno de los vigilantes se dispone a  interrogar a los dueños de casa, el otro lleva detenidos a las dos parejas amenazándolos con su arma. El tercero mira los billetes con curiosidad por un instante Todos parecen olvidarse del dinero abandonado. Como si una rauda ráfaga de repudio al símbolo del poder les recorriera.

  Todo cambia en un instante, se volatiliza la ráfaga, sólo quedan otras pasiones. Sigilosamente los de casa se van acercando a la sucia redondez sin atreverse a tocarlos, parece que miraran una luz misteriosa. El señor es el primero que alarga la mano y como queriendo acariciar la pelota de billetes, en el preciso momento que uno de los guardias vuelve de la calle, va directo hacia el objeto tan observado, lo levanta con movimiento maquinal y sale prestamente diciendo sólo, buenas noches, me llevo la prueba del delito. Y sale muy orondo.



Aquí pueden encontrar una importante entrevista al autor del cuento:

martes, 20 de mayo de 2014

"SALOMÉ", POEMA DE HÉCTOR ÑAUPARI.


SALOMÉ


De todos los obsequios que hoy llegan al palacio, no recibiré el que más anhelo.

De todas las súplicas que me alcanzan esta noche, entregaré la que no debo, pues lleva en su entraña mi condena.

Nada humano ni celestial deseo, sólo corromper la pureza enjoyada y tibia de tu vientre, sólo saborear tu piel de jazmín y aurora, sólo delirar en tu belleza insondable como un sueño.

Es tu visión desnuda la que provoca el incendio de mi cuerpo, el infortunio de mi alma.

Pues si yo, Herodes, me enciendo por ti hasta que ni una ceniza mía quede que restañe en el viento, entonces qu e arda el mundo hasta su centro mismo si éste quiere hacerte suyo, Salomé.

Yérguete, sobrina mía. Obseso estoy por morder tu ávida carne de mi carne.

Elévate sobre mi culpa, hijastra. Traspasado me encuentro por paladear tu dulce sangre de mi sangre.

Inicias esta orgía que la historia y el mito llamarán danza fatal, génesis de fiebres terribles e infernales obsesiones.

Por ella la flama que consume hasta el pecado más perverso llevará siempre tu nombre.

Cada giro tuyo me arrebata y compruebo que te propagas rápidamente por mi alma, como el mal que castiga el nombre de mi estirpe.

¡Ah implacable naturaleza del desenfreno, a ti te invoco!
¡Ten piedad de mi lujuria!

Déjame caer en la tentación de su abrazo, déjame probar el conjuro de su boca, imprégname de su perfume turbulento, derrota con sus besos de miel y de camelias la pasión que padecí por Herodías, maldíceme con una muerte de averno y sangre putrefacta con tal de devorarla en un anochecer sin freno y sin final.

¡Cada sentido mío se complace en tu melena de tormenta!

Me sumerjo en el encantamiento de tu cabellera oscura, huérfana de toda virtud.

Ella se agita sobre tus muslos y tus pechos, sobre tus hombros y tus manos, se difuminan tenebrosos apagando las teas del salón, hasta que no queda llama alguna, solo la ígnea negrura que precede a la agonía definitiva.

¡Mi carne enferma y viciosa está empapada de tu danza!

En cada vertebrar de las flautas y los crótalos se estremecen tus pezones mórbidos de rubíes, centellean los ojos incandescentes de las doradas serpientes que te envuelven, en cada nota desasida aletea la impúdica seda de tu angélico pubis.

¡Qué morbo ver tu sudor caer de tus caderas y tus nalgas en cada salvaje tañir del arpa de David!

¡Qué gozo cuando sueño ceñir mi sexo en el tuyo, sueño que me voy entre tus muslos, sueño que abandono mi semen en el abismo de tus labios, sueño tomando a la fuerza tu cuerpo de marea, incienso y laberinto, que golpea, asfixia y extravía, Salomé!

Ahora, que tu danza concluye, pídeme lo que quieras.

Pídeme todos los infiernos de los que está poblado el mundo, pídeme todos los cielos que nos serán negados hasta el fin del tiempo.

Pero besas la boca muerta del Bautista y el demonio del desprecio me posee como antes lo hizo la lujuria mortal que me acompaña. ¡Si esos labios rígidos fueran los míos!

Oh virgen cruel, te despojaría de las joyas que te adornaron, de los velos breves que te entrevieron, de esa piel hechicera, esa cabellera iracunda, de tus caprichos susurrados en suspiros sangrientos.  

Y no habría lugar para tus sollozos, ni piedad para tus quebrantos.

Y te vería partir indiferente al cadalso nupcial que adornamos con nuestras abominaciones.

Y sería mi propia muerte agusanada el regalo final de aquella infame noche.

Y llevaría tu nombre la histeria, el fuego, el hechizo, el incesto, el sacrilegio, y mi blasfemo amor, maldita Salomé.

Arriba: imagen de Pierre Bonard